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Writer's pictureWilson Mape

Mes del orgullo LGTBQ: Invitación a un reconocimiento genuino


Cada día sentimos que estamos construyendo una sociedad más amena, más abierta e incluyente, entre todos y para todos, pero sobre todo, más respetuosa de las diferencias que tenemos unos y otros. Es así, como en muchos lugares, desde lo público, las personas LGTBQ celebran el mes del orgullo durante junio.


Sin embargo, desde lo privado aún se siguen escuchando frases como: “Está bien que sea “así”, pero que no lo demuestre tanto, que disimule un poco.” “Que trate de no mostrarse tan delicado.” “Que sea más femenina, no tan ruda.” “Es su decisión, que cada uno que haga con su vida lo que quiera.” “A mí no me preocupa que los demás sean como quieran ser, otra cosa es que alguno de mis hijos me diga que es lesbiana o gay.” “Muy respetable y todo, pero, yo no acepto eso.”


Puede que te sientas incómodo al leer estas frases, porque simplemente no estás de acuerdo, o las hayas escuchado de alguien conocido para ti o para alguien a quien tú quieres. Pero también, quizás, las has dicho en algún momento, o sientes que coincide de alguna forma con tu opinión, aunque no te atrevas a decirlo. Sea el caso, estas frases suelen venir de personas cercanas o familiares, lo que resulta mucho más doloroso, porque es un falso reconocimiento; se muestra una aceptación condicionada, lo que finalmente es desaprobación. Es un reconocimiento por que toca, un reconocimiento que no es sincero, que lo hace distante, lejano y profundamente doloroso.


Esta experiencia, aunque es muy común en adolescentes y jóvenes, puede ser vivida por cualquier ser humano, en cualquier momento de la vida. Por lo que, la invitación es a un reconocimiento genuino. Un reconocimiento que se acerca al rostro del otro, a su vida, a su historia, intentando comprender los detalles de sus esfuerzos, sus momentos altos y bajos. Un tipo de reconocimiento que pone a un lado la necesidad de categorías o etiquetas sociales y se centra en el interés de conocer al otro tal cual como se presenta.


Según Taylor (2001,) el reconocimiento es una necesidad humana vital, no meramente una cortesía que debemos a los demás o una deuda a saldar o un compromiso de gentileza de “buenas personas”. Y como necesidad humana vital, pertenece a la esfera de lo íntimo, de lo personal, de la historia individual de cada ser humano, con una fuerte conexión con la identidad, con el propio reconocimiento, construido en conexión con los demás mediante la autoafirmación y el autodescubrimiento, pero que al surgir se plantea vulnerable y expuesta frente a la clase de reconocimiento que se pueda obtener de los demás, es decir, el reconocimiento mutuo en palabras de Ricœur (2006.) Por lo que también el reconocimiento como necesidad humana vital, es público. No es suficiente con que un ser humano construya su identidad y auto reconocimiento consigo mismo, como necesidad requiere expresarse hacia afuera, hacia otros y erigirse como necesitado de reconocimiento, a la vez, que reconoce a otros y se reconoce en ellos.



Este reconocimiento mutuo, es la idea que ningún ser humano debería quedarse aislado, al margen o excluido; que cada ser humano es merecedor por sí mismo, por ningún otro motivo sino porque es otro, es un ser humano. Este es un reconocimiento en el que el otro florece como la mejor versión de sí mismo, con su propio estilo, su propia forma y su propio autodescubrimiento. Ante ese otro, más que deberle reconocimiento, nos acercamos a apreciarle. Así que, el reconocimiento pasa por la visibilización, hacerse visible ante sí mismo y ante los demás. Tal vez, no te hayas dado cuenta de que está ahí (no hayas querido verlo o no podías verlo.) Reconocer es ver de nuevo, con un interés genuino. Ver de nuevo es tratar de ver con otros ojos, con los ojos del otro.


Para ello, nos acercamos, saludamos, preguntamos, escuchamos. Esto es, estar dispuesto a pasar tiempo, escuchando y entendiendo, corriendo el riesgo de que el otro deje de ser un desconocido, un raro o un extraño, y se vuelva un cercano, un conocido, un amigo. El reconocimiento genuino invita a acercarse; es experiencia.


Referencias

Levinas, Emmanuel. (1982). Ética e infinito. Madrid, España: Fuenlabrada.

Mélich, J. C. (1994). Del extraño al cómplice: La educación en la vida cotidiana. Barcelona, España: Editiorial anthropos.

Nussbaum, Martha C. (2001). Paisajes del pensamiento. La inteligencia de las emociones. Editorial Paidós Ibérica S.A., Barcelona España.

Taylor, Charles (2001) El multiculturalismo y “la política de reconocimiento” Ensayo de Charles Taylor. México: fondo de cultura económica.

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